La seguridad de los lugares comunes se basa en la irracionalidad del pensamiento de grupo, en el que cada persona está segura de creer que tiene la razón porque opina igual que cada uno de los miembros del grupo o de acuerdo con lo que el líder estableció como verdad absoluta. Un absurdo que no soporta la mínima valoración y que rehúye los datos, las correcciones, los matices pero, triste realidad, no las discusiones o debates, ya bien a los fanáticos, miembros de esos grupos, les encanta imponer su verdad gritando a quien los cuestiona y atacando ad hominem, intentando desacreditar a quien los critica sin escuchar razones. Esos fanáticos desacreditan su propio grupo pero no para ellos cada vez más embebidos en su credo y a la vez, justicia poética, curando a los moderados que descubren que las contradicciones no son señal de debilidad sino de aprendizaje y madurez, decidiendo salir de esos grupos si antes no son condenados o incluso asesinados por sus compañeros.
Un fenómeno aterrador pero por desgracia
demasiado común y en medio de todas las vertientes se encuentran fanáticos como
en los nazis, los conservadores, los cristianos, los animalistas, las feministas,
las barras bravas, los comunistas… Fanáticos
que en sí no desvirtúan todo el credo del grupo al que pertenecen pero que
revelan las debilidades argumentativas que toda ideología tiene y que, no por
eso, carece de cierta validez sino que debería crecer a partir del debate. Pero
ese crecimiento implica la humildad y el reconocimiento de los matices lo que,
precisamente, rehúyen agresivamente los fanáticos, refugiándose en frases hechas,
lugares comunes, que les evita el
trabajo de analizar y comprender… todo
tiempo pasado fue mejor, los judíos son los causantes de todos los males, para
ser verdadera feminista se debe defender el aborto, toda relación sexual fuera
del matrimonio es pecado, cualquier uso que se le dé a los animales es
maltrato, el comunismo es la solución de todos los males y los miles de muertos
que ha causado se debe solamente a que no se ha implementado bien, y… y que
Maradona fue, es y será el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos… Afirmaciones
que no soportan su verdad ante el mínimo análisis lógico, pero que igual han llevado
a hombres inteligentes a causar muerte y destrucción sin ningún remordimiento.
Para el caso de este escrito nos vamos a quedar con el lugar común más
inofensivo pero no menos fértil para el debate porque como dice Jorge Valdano
“el fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes.”
Maradona
fue, es y será el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, es una afirmación que se derrumba de
entrada por la magnitud de los tiempos verbales pues es y será implican que
por designio divino o mágico, no podría nacer un jugador que tuviera las
virtudes técnicas o profesionales (si es que acaso Maradona tuvo muchos) que lo
llevaran a ser considerado igual o mejor que Maradona. Es una afirmación
mágica, propia de los niños que rabiosos responden ante cualquier duda “porque sí”. No vale la pena demorarse
más en este aspecto sino señalar otros ejemplo que caen en el mismo absurdo
como afirmar que no habrá ningún corredor de cien metros que sea más rápido que
Usain Bolt o que ningún ciclista ganará tantos tours de Francia como Induráin.
Donde sí vale la pena detenernos es en analizar si Maradona ha sido el mejor
jugador de fútbol que ha existido. Lo primero es establecer criterios básicos de
comparación, amén por supuesto de dar por superado el chovinismo argentino y el
fanatismo de los que le tienen religión. Los criterios deben ser los que se
usan y parecen adecuados para admirar a los deportistas: su desempeño,
cualidades técnicas y resultados, nada más… obvio Maradona no es el único deportista
con una vida personal lamentable pero en una comparación de deportista eso no debería
afectar su valoración, así como tampoco podríamos valorar las peleas de Mike
Tyson en el cuadrilátero por su vergonzoso comportamiento con las mujeres y,
del otro lado del andén, tampoco podríamos considerar a Radamel Falcao mejor
delantero que Faustino Asprilla por llevar una vida más juiciosa. Por supuesto que los deportistas deberían ser conscientes
de su influencia sobre los niños que los consideran sus ídolos y, cada día, esforzarse
por ser un buen ejemplo no sólo a nivel deportivo, pero ese tema es cuestión de
otro lugar.
Volviendo a la definición de
criterios para valorar a Maradona comencemos por el que menos aporta: los
resultados. Salta a la vista que los resultados no son directamente
proporcional al desempeño y cualidades de un deportista en un juego de conjunto
como el fútbol. Así han existido fenomenales jugadores que por la pobreza de sus
selecciones no ganarán un Mundial de fútbol como el egipcio Mohamed Salah, con
virtudes técnica infinitamente superiores a las de Jorge Valdano quien si ganó un
mundial. Discutible también si Alfredo Di Stéfano o Johan Cruyff no merecen
estar entre los diez mejores de la historia porque sus selecciones no ganaron
un mundial a pesar de que Cruyff ganó tres balones
de oro y Di Stéfano se cansó de ganar títulos con el Real Madrid. Ya bien
se podría discutir si es más meritorio ganar un solo mundial teniendo un buen torneo
contra selecciones cuyos jugadores no se reúnen toda la temporada para
entrenar, o ganarse una Champions League después de toda una temporada de
enfrentamientos entre los mejores equipos del mundo y con jugadores que
entrenan todo el año lo que, por supuesto, implica un mejor nivel. Siendo coherentes y en búsqueda honesta del
mejor jugador, en deportes de conjunto, no se podría determinar teniendo en
cuenta únicamente los títulos. Para los románticos, con igual pensamiento
mágico, el único mundial de Maradona valdrá más que el único de Zidane sumados
a sus balones de oro, vaya a saber por qué. Asimismo su único título con Boca
Juniors fue más importante que las copas Libertadores que les entrego en
bandeja de plata Juan Ramón Riquelme, porque vaya usted a indagar en la cabeza
de un fanático si encuentra razones que el corazón no entiende. Pero si ese
fuera el caso y por alguna misteriosa razón el único mundial de Maradona lo
catapultara al número uno de la historia del fútbol, por la importancia de ese
torneo y por su papel determinante para su selección; entonces tampoco debería
ser el mejor ya bien Edson Arantes do Nascimento Pelé no se ganó uno sino tres
y tan determinante fue que marcó en las finales y en el 54, en Suecia, con un
gol hermoso luego de un sombrertio que parece de video juego. Pero si a lo de
los títulos (tan falto de criterio como hemos visto) se redujera la selección
del mejor futbolista tampoco Maradona sería el segundo sino el magnífico
brasileño Ronaldo Luís Nazário de Lima quien estaba en la nómina de Brasil 94 y
luego llevo de la mano a Brasil por su quinto título en el 2002, marcando en la
final, y siendo goleador del torneo; y si consistiera en ser romántico y hacer
literatura nos quedamos con la historia de Ronaldo ganando el mundial, luego de
superar doble rotura de ligamentos. Entonces, para los que no saben de fútbol,
que no lo aprecian como arte en movimiento, que quizá no han sentido la emoción
que se siente jugarlo, y que saben es de estadísticas y cómodos lugares comunes no tienen argumentos
tampoco para decir que Maradona haya sido el mejor jugador del mundo.
Siendo más serios detengamos un
momento en el más modesto de los apartados de Maradona, el desempeño. Fue
determinante para su selección al ganar un Mundial de Fútbol como lo fue
Rivaldo, Zidane, Thomas Müller… pero con la diferencia que estos no sólo
ganaron un torneo sino que lo igualaron en los demás títulos conseguidos por
Maradona y lo superaron con más títulos y en el trascurso del tiempo con un constante
rendimiento por muchos años más de carrera. Ya entrado en detalles no tuvo más
de cuatro temporadas exitosas en Europa con Barcelona y Nápoli, y un sólo título
nacional con el Boca Juniors. Y para no entristecer a los maradonianos no miremos el desempeño por los goles hechos en
torneos nacionales, internacionales, con su selección, copa de naciones,
mundiales donde sus números son menos que modestos en comparación con Cristiano
Ronaldo, Messi, Pelé, Ronaldo Nazário de Lima, Thomas Müller, Romário, Gabriel
Omar Batistuta entre otros.
Dirán los fanáticos que no todos los
goles valen lo mismo y que todos esos que lo superaron en profesionalismo y
rendimiento no tenían las mismas cualidades técnicas pero si fuera así, si todo
lo que involucra ser un jugador profesional de fútbol se redujera al dominio de
balón, abundan los magos con el balón que no triunfaron en el fútbol
profesional o que se quedaron en destellos en partidos sin importancia o se
desvanecieron ante la exigencia de la competencia profesional. No es sólo la magia
con el balón sino su uso en momentos y juegos determinantes lo que mete a los
jugadores en la historia. Tampoco sería justo señalar que Dennis Bergkamp, con
goles imposibles o Djalminha metiendo
rabonas, sombreros y bicicletas en cada partido con el Deportivo de la Coruña
fueron jugadores más importantes que lo que hizo en el fútbol Maradona. Fueron
más hábiles evidentemente, pero no podemos reducir el fútbol al dominio de
balón. Pero si así lo hiciéramos, si redujéramos el hermoso fútbol a las
cualidades técnicas Maradona tendría un lugar honroso pero con el paso del
tiempo cada día más abajo.
Reduciendo las cualidades que
necesita un jugador para dominar el balón señalemos: amortiguar la pelota, ser capaz de recibirla sin dar un rebote o el
mínimo para que el rival no te la quite. Con igual capacidad o superior a la de
Maradona, basta ver a Zidane con control orientado con ambas piernas, Ronaldinho
pegando el balón al pie sin importar la altura desde donde viniera, Alessandro
Del Piero en medio de los centrales o el enorme Zlatan Ibrahimović con todo el
cuerpo como una reencarnación del Chapulín Romário inigualable durmiendo
pelotas. Control del balón en movimiento,
llevar la pelota pegada al pie mientras se avanza, un apartado destacado de
Maradona pero que por su velocidad menos exigente que la que demuestran los
rapidísimos Lionel Messi, Ronaldinho, los Ronaldos, y el inalcanzable Alfredo
Di Stéfano. Controles orientados,
ser capaz de librarte de tu marca apenas entras en contacto con el balón, en
donde realmente Maradona no era malo pero no se puede comparar con verdaderos
magos para desmarcarse apenas tocando el balón y saliendo en carrera por el
único espacio libre que tienen como Zidane recibiendo de espaldas y al instante
girando sin marca y con el balón totalmente dominado, Edmundo (el animal)
pasando como si nada el balón por encima de su rival, Kaká y sus avances
imparables, Dennis Bergkamp y sus goles imposibles como el inescrutable contra
el Newcastle… Controlar el balón con
todo el cuerpo, lo que podía hacer Maradona pero apenas si se lo compara a como
dominan el balón con cada centímetro del cuerpo Edson Arantes do Nascimento
Pelé, Zlatan Ibrahimović, Ronaldinho, Ronaldo el portugués (porque como
Maradona Ronaldo Nazário no cabeceaba), Romário, Karim Benzema, Marcos
Evangelista de Morães Cafú… Driblar
o regatear, la capacidad de escapar de tu rival dominando el balón y
engañando a tu oponente. Un hermoso apartado que cada día parece nutrirse de
jugadas más imposibles que las anteriores y que abarca los más disimiles
estilos y en los que Maradona destacó pero no llegó a mostrar regates más
hermosos que los de Juan Román Riquelme, y su túnel a Yepes por ejemplo o la
ruleta que sólo le salían a él, Djalminha engañando a sus rivales incluso sin
tocar la pelota, Ronaldinho haciendo magia con todas las jugadas que se puedan
imaginar, Lionel Messi con un control y velocidad inigualable, Neymar da Silva
Santos Júnior y su elástica con remate de rabona… y vendrán jugadas y jugadores
nutriendo un deporte cada día más exigente y ahí, entonces, se acabaría del
todo el mito de Maradona…
Basta ver su famoso gol contra
Inglaterra o la final del 70 entre Brasil e Italia para descubrir la poca
exigencia que tenían Pelé y Maradona en comparación con la terrible presión que
sufren hoy en cada partido Messi, Ronaldo, Kylian Mbappé, Neymar, Mohamed Salah…
con defensores más rápidos y técnicos en medio de sistemas de juego donde
apenas si se dan centímetros a los rivales para recibir el balón ya bien es un
sueño pensar en un metro limpio para arrancar con balón dominado. Sorprende ver
a Maradona y Pelé caminando al lado de defensores haciendo sombra o saliendo a
paso paquidérmico sin un sólo rival medianamente cerca, cuando hoy en día el
arquero la toca al lateral ya presionado y este se la devuelve al central en el
punto del penal, una locura, una pesadilla para el año 86, Mundial de México de
Maradona. Ridículo pensar que Magnus Carlsen, campeón mundial de Ajedrez, no
tuviera más conocimientos teóricos y mayor capacidad de cálculo que el
fantástico Capablanca o que Fabio Cannavaro no aportara más a su equipo desde
la defensa que el violento Oscar Ruggeri. El fútbol evoluciona y mejora en la
capacidad técnica y física de los jugadores en la cancha. Los románticos dirán
que era más bonito ese fútbol menos rápido y con posiciones bien definidas en
la cancha, en el que se producían más fuera de lugar y se le devolvía una y
otra vez el balón al arquero que la tomaba con las manos, pero para los gustos
los colores… Lo que es innegable es la mayor dificultad para resaltar hoy en
día con competencias más exigentes, países emergentes mejorando su juego,
defensores más fuertes, rápidos y ágiles, sistemas que exigen que todos los
jugadores defiendan y casi todos ataquen, con muchos más juegos y posibilidades
de lesión. En esta realidad el gol de
Maradona en el Mundial del 86, el principal panfleto de su hegemonía, más allá
de hecho simbólico, no alcanza a compararse técnicamente con muchos de los hechos
por Messi al doble de velocidad y con defensores respirándole en la nuca
mientras los educados ingleses apenas si presionaron a Maradona. Incomparable
el soso partido de Argentina versus Inglaterra del 86 con el trepidante 2 a 2
de Inglaterra contra Argentina en el mundial del 98: con los emblemáticos Batistuta,
Juan Sebastián Verón, Javier Adelmar Zanetti, Claudio el piojo López en su mejor momento y Ariel Ortega en un concierto
de túneles a los adoloridos ingleses. Del otro lado el peligroso Alan Shearer,
el joven David Beckham, el emblemático Paul Scholes y el fantástico e imparable
Michael Owen. Pero de nuevo gritaran los fanáticos pegados a los lugares comunes que es una blasfemia
comparar esos partidos. Pero ya queda demostrado que más allá del pensamiento
ilógico y mágico de los fanáticos no hay un sustento serio para considerar que
Maradona fue, es y será el mejor jugador de todos los tiempos ya bien yo me
atrevo a sacarlo de los primeros cinco si utilizamos los criterios de desempeño,
cualidades técnicas y resultados para hacer la lista…