Y sí, fue así, el 2 de octubre de 2016 triunfaron la ignorancia,
el egoísmo, la indiferencia y el afán de
venganza sobre una solución racional del conflicto que ha venido desangrando a
Colombia por más de cincuenta años. Lo confirma la cínica entrevista del jefe
de campaña del NO Juan Carlos Vélez y el triunfo del SÍ en las regiones
arrasadas por la violencia.
En sus declaraciones Juan Carlos Vélez confirma que la intención
de la campaña por el No era que la gente no reflexionara sobre los beneficios y
alcances del acuerdo pues “Unos
estrategas de Panamá y Brasil nos dijeron que la estrategia era dejar de explicar los acuerdos para
centrar el mensaje en la indignación” y así conseguir que se impusiera el
miedo y el afán de venganza: “Estábamos
buscando que la gente saliera a votar verraca.” Más cínico aún cuando
responde, tras preguntarle “¿Por qué
tergiversaron mensajes para hacer campaña?”, que “fue lo mismo que hicieron los del Sí.” Sin sonrojarse no niega la
campaña de manipulación ni las mentiras
que fueron la base de los que se oponían al acuerdo de paz. Porque igual “el No fue la campaña más barata y efectiva
en mucho tiempo. Su costo-beneficio es muy alto.” La campaña seguro sí pero
el costo político, económico y en víctimas del triunfo del No podría ser
incalculable. Y quien más lo sabe son las víctimas que en masa salieron a
apoyar el Sí en las zonas donde por años el conflicto que ha vivido el país se
ha cobrado la vida de miles de colombianos de toda ideología y raza pero, sobre
todo, de escasos recursos. Por eso hay una clara relación entre las regiones
más pobres, rurales y atrasadas con el mayor número de víctimas del conflicto,
y del mismo modo entre un número menor de víctimas con los centros urbanos con
más recursos. Así pues la votación de ese 2 de octubre comprueba que quienes
han vivido la guerra en carne propia, las verdaderas víctimas, fueron capaces
de sopesar el acuerdo de paz y preferir su imperfección a continuar con un
conflicto de cincuenta años. Con conocimiento de causa votaron por el sí para
evitar que su desgracia se repitiera o que cayera en quien todavía no había
sido víctima: votaron con grandeza.
Mientras que los que votaron por el No lo hicieron “a la verraca”,
guiados por mentiras, sin reflexionar y desestimando el posible recrudecimiento
del conflicto pues igual −si nos guiamos por el escrutinio de las regiones de
votación− no los había tocado la guerra ni lo vendría a hacer: votaron con
indiferencia y afán de venganza. Indiferencia y venganza que el ex presidente Álvaro
Uribe supo canalizar en una supuesta re-negociación para salvar al país de
precisamente las mentiras con las que se nutrió la campaña del NO. Lo tristemente
revelador son las propuestas para re-negociar el acuerdo del ex presidente Álvaro
Uribe pues hábilmente no menciona ni una sola
de dichas mentiras (el castrochavismo, la ideología de género, la entrega del
país…) y abandona la preocupación por las víctimas al centrarse en proteger los
derechos de los terratenientes.
Lo
peligroso para Colombia es el talante del ex presidente Uribe a la hora de “re-negociar”
el acuerdo pues si nos basamos en las mentiras de antes y en sus intereses políticos,
lo que vendría sería su habilidad ladina para hacer parecer como coherentes sus
propuestas inviables y así echarla la culpa a las Farc y al gobierno por romper
el acuerdo y luego, otra vez, como en
los últimos años en Colombia, que sea el odio a las Farc lo que domine a los
colombianos a la hora de ir a las urnas en el 2018 y él sea, entonces, el que
coseche esos réditos electorales.
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