martes, 15 de septiembre de 2015

La típica hipocresía europea




La típica hipocresía europea, la misma que se levanta y acusa a los gobiernos latinoamericanos por corruptos mientras compra petróleo de dictadores  sanguinarios sin pestañear  o que mantiene un silencio cómplice ante el asesinato de niños palestinos por parte del estado de Israel, otra vez se ve reflejada en la reacción al brutal y repudiable ataque contra la revista Charlie Hebdo, pues abiertamente condenan esos brutales asesinatos como un atentado a la sagrada libertad de expresión al tiempo que no dicen nada ni salen a la calle a protestar por la prohibición de burlarse de la reina en Inglaterra, por ejemplo.

Los latinoamericanos afrancesados dirán que Europa sigue siendo la luz de la ilustración y que no conlleva en sí ninguna contradicción sino que obedece a leyes que, presentes en sus constituciones, obligan a los buenos ciudadanos a ser civilizados y seguir las leyes que aunque duras, leyes son, y como tal incluso pueden limitar la absoluta libertad de expresar cualquier  opinión, a no ser que se tengan en cuenta algunas excepciones.

Pero en los detalles está el diablo pues si se asume que están bien las excepciones a la libertad de expresión por motivos históricos, de raza o convicción, se está justificando el cómodo “a menos que”. A menos que trasgreda un límite tan difuso como arbitrario pero que igual se impone por conveniencia. Ya bien sea para evitar conflictos, por mantener relaciones favorables, para imponer una idea de mundo imperante, dominante o en ascuas de serlo.   En palabras castizas ese “a menos que”  vendría siendo que la libertad de expresión se ejerza  de  acuerdo “a como nos convenga”.

En ese “nos convenga”, por desgracia, está la mayor ironía de la cacareada libertad de expresión pues ese “nos” vendrían siendo aquellos que tienen y controlan los medios para  expresarse, los antiguos países al occidente de Grecia y después vencedores de las guerras mundiales para finalmente aglutinarse como los países del primer mundo, los que tienen el sartén por el mango. Y el “nos convenga” un simple sometimiento a sus intereses económicos y políticos que, en últimas, terminan siendo la misma cosa.

De ese modo, está bien poner una campana de cristal a una institución que, ya en el siglo XXI no sólo se podría considerar arcaica sino hasta absurda, como la monarquía o censurar cualquier tipo de broma sobre la religión judía por considerar que se estaría afectando no sólo una creencia sino una raza; como tal inaceptable, ya bien la mayoría de estados democráticos penaliza la discriminación racial.

Pero entonces ¿los europeos no están convenientemente demorándose  en establecer la misma analogía entre el Islam como religión y aquellos que la practican como si fuera una raza? Una raza que en Europa, y especialmente en Francia, vive marginada, perseguida, empobrecida y estigmatizada hasta el punto de que no son escasos los ataques a musulmanes por identificarlos como machistas, retrasados y posibles terroristas. Porque en el día a día la definición de la raza es un consenso social que, más allá de las evidentes diferencias,  poco tiene que ver con la biología y más con el reconocimiento que los unos hacen de los otros. Al final, una arbitrariedad como la de decir que un colombiano católico es de una raza diferente a la de un venezolano evangélico. Pero Europa  lo está haciendo, lo está justificando por consciencia o conveniencia, y así se sigue alimentando el odio de sus ciudadanos por los más débiles y los extranjeros que, de tanto en tanto, son fácil presa como representación de los problemas que los aquejan: llámese desempleo, violencia, inflación…  Europa  −de la mano de Estados Unidos− al trazar una cruzada en contra del terrorismo perpetúa un odio injusto al que son sometidos millones de musulmanes de todo el mundo (de diferentes etnias y orígenes) por profesar una fe. Mientras tiene vetado la burla o la estigmatización de los judíos ya bien por su religión o por su cultura.  

¿No es tiempo de que Europa tenga la misma salvedad para con unas personas cada día más perseguidas y estigmatizadas? ¿No es, entonces, la decisión más conveniente y noble para evitar el odio injustificado y los actos de violencia de lado y lado? La sabiduría popular dice que para pelear se necesitan dos y la satanización del Islam sólo ha servido para escalar la violencia, estigmatizar, dividir y justificar asesinatos y violaciones de los derechos humanos de lado y lado. Existe un sentimiento de mea culpa   respetable de Alemania y un sentimiento de menosprecio sobre el Islam realmente vergonzoso. Es chistoso pero no ingenioso burlarse de Mahoma como símbolo del atraso del mundo musulmán. Como sería muy chistoso burlarse de la fidelidad de los hombres franceses si nos atenemos a sus figuras públicas, pero sin que nadie pudiera medio relacionar esas burlas con la incapacidad intelectual o fisiológica de las mujeres francesas pues nadie las considera explotadas o feas por no poder mantener fieles a sus hombres, como si se suele considerar a todas, absolutamente a todas, las mujeres musulmanes para el común de la gente.

Caricaturizar a los poderosos es valentía, criticar al sistema es fina inteligencia. Burlarse de los débiles, que por esa misma precariedad están en situación de persecución, puede hace reír pero no suele ser una crítica al sistema ni mucho menos fina inteligencia. Sin justificar la cobarde violencia del terrorismo, es bueno recordar que Charlie Hebdo no se estaba burlando de los poderosos cuando caricaturizaba al Islam.

Ya es hora de que Europa considere a los musulmanes como una raza en situación de discriminación y la proteja como tal, para desacelerar la islamofobia creciente y al vetar los chistes fáciles y las bromas de mal gusto llevar la discusión a otro nivel. Al nivel donde se diferencian a los terroristas de los pacíficos practicantes del Islam, a donde una agresión a un estado oprimido –como Palestina− se vea en sus justas proporciones, en donde la  opresión a las mujeres se analice de acuerdo al país en el que pase y a las circunstancias de cada mujer y no como una mala caricatura del Islam.     
 

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