martes, 7 de noviembre de 2017

La Rebeldía Adolescente



Atacar a Enrique Peñalosa es otro error producto de la “rebeldía adolescente” tan en boga en los cantantes de moda, arraigada en la mayoría de los profesores del distrito, propia de todos los sindicalistas y connatural a los estudiantes de las universidades públicas. Pero que a pesar de todo eso no deja de ser el acto ingenuo de un adolescente ansioso de hacerse oír y posar de inteligente.
“Rebeldía adolescente” pues se rebelan ante la autoridad de los mayores (el establecimiento) o de la mayoría (los medios que no les convienen) para gritar a contracorriente su “novedoso” discurso liberador pues asumen, irrespetuosamente como los  adolescentes, que el mundo comenzó con ellos y que antes de ellos no hubo nada, que el mundo inicio con sus reivindicaciones  y que los saberes adquiridos por sus padres son productos de un sistema de valores anticuado y arcaico que, a pesar de que para muchos ha significado su bienestar y educación, debe ser derribado para imponer ese nuevo y magnifico que nunca se materializa más allá de los gritos estridentes de las marchas o de las divagaciones del revolucionario mesiánico del momento atacando con saña al establecimiento (a lo Petro, Chávez, Perón, Mojica…) pero sin proponer nada concreto.
Adolescente porque ante la evidencia de los hechos prefieren la pataleta a reconocer que sus reivindicaciones tienen matices, atenuantes,  responsabilidades propias  que acaba con su “todo o nada”, “ahora o nunca”, “ellos o nosotros”, “todos los políticos son iguales”, “nada sirve”, “para qué votar” o su manido “todo es culpa del imperio” que igual no dice nada y no deja espacio para el mutuo aprendizaje y la construcción en la diferencia como exige el mundo actual. Son hábiles para repetir los dudosos estudios de desconocidos medios en internet y las más bajas calumnias que igual les convienen para atacar a la figura “de poder” opacando la diáfana luz de su  mesías encarnando al incontrovertible e inmaculado Che del siglo XXI. Pero se hacen los sordos a los estudios oficiales o las críticas de antiguos miembros, de los partidos de izquierda, que ya menos radicalizados pueden matizar la discusión.   
Como los adolescentes llegando tarde a la casa o entregando un pésimo reporte de notas, tienen miles de excusas y pocos mea culpa. Esa es la esencia de la “rebeldía adolescente” que mientras el mundo siga en manos de lo que unos han dado en llamar “derecha” será siempre de izquierda y que como adolescentes rebeldes no entenderán de razones ni de justos medios sino de excesos y fatalismos: para ellos todo lo que suene a orden, ganancias o coaliciones lo ven como represión, explotación y corrupción; y no es un avance, sino un simple reflejo adolescente que no es nada bueno sino todo lo contrario… No es con la rabia adolescente que se hace un estado de guerra en guerra y de revolución en revolución, sino es con la madurez de la adultez que se firman tratados, se crean alianzas, se producen amnistías y se avanza por el bien de todos a pesar de las diferencias.
Pero igual esa “Rebeldía Adolescente” es efectista, atractiva,  romántica  y se ve muy bien a la hora de hacer política como en el caso de la Revocatoria de Peñalosa o al defender el Golpe de Estado de Maduro en Venezuela: dos pataletas producto de la misma rebeldía. Ya bien se podrían tener diferentes opiniones sobre la ideología y los modos de gobernar un país,  las maneras como Maduro ha socavado los medios democráticos lo ha dejado sin casi ningún cómplice en el mundo democrático y desde el partido socialista de España hasta figuras emblemáticas de la izquierda Latinoamericana han tomado distancia de sus maneras, pues una cosas es una ideología socialista-comunista y otra preferir matar a su pueblo de hambre antes que dejar el poder. Una cosa muy diferente es seguir manipulando la realidad con discursos populistas enarbolando las banderas de la patria y el orgulloso nacional –a lo Hitler–  y otra cosa muy distintas comparar los índices de pobreza, mortalidad infantil y de violencia que tiene ahora Venezuela con cualquier otro país de la región: es la fría realidad que no tiene color ni bandera política. Pero los “rebeldes adolescentes” como Petro no reconocen nada, ni un matiz en su absolutismo de que todo rico es malo y todo pobre un buen hombre incomprendido, se tapan los ojos o hacen la pataleta de acusar a los medios o al imperio por convertir los magníficos resultados de Maduro en avances incomprendidos. NO es serio ni siquiera defender en algo a Maduro y sólo lo hace Petro con la desfachatez de alabar a esos "grandes hombres": Hussein, Gadafi y Chávez como visionarios del siglo XX. Se cae de su peso semejante imbecilidad pero para el adolescente NO, para el adolescente reconocer su error es imposible pues su absolutismo es esencial para definirse única y exclusivamente irrespetando al poder establecido y estableciendo su verdad; sino lloran y se tiran al piso o calumnian en Twitter o van a la instancias internacionales pues todo juicio en su contra es persecución…
En el caso de Enrique Peñalosa es tan evidente el afán “adolescente” por atacarlo que desde antes de que se posesionará, incluso antes de que se sentara en su despacho,  se  aglutinaron movimientos sociales disimiles, artísticas contestatarios, figuras reconocidas de la izquierda, contradictores políticos, asociaciones de todo tipo… bajo la premisa de que iba a acabar los “avances” del buen gobierno de Petro (buen gobierno, sobran los análisis sesudos de muchos medios y periodistas serios para acabar con esa falacia) y perjudicar a los pobres cuando ha sido todo lo contrario y bastará con una sucinta enumeración de hechos sin el mínimo matiz político para demostrarlo: Petro no dejó una sola biblioteca y Peñalosa inicio el programa de las mega bibliotecas, Petro no dejó cobertura de agua potable en toda Bogotá y dejó debilitada una empresa de acueducto incapacitada para recoger basuras, mientras Peñalosa dejó el 100% de cobertura en agua potable durante su gobierno y que decir de la irrevocable verdad (una y otra vez comprobada por diferentes medios) de que por decenas de colegios que dejó Peñalosa Petro no dejó uno, y mientras Petro dejó un sistema de trasporte debilitado Peñalosa dejó uno (con defectos) que le dio cabida a las personas en condición de discapacidad y a los bebes en coches… pero un momento, un momento… mientras una persona normal, no fanática, buscaría en los medios y corroboraría las anteriores informaciones para darle una oportunidad al mismo alcalde que le había cambiado la cara para bien a Bogotá, los “rebeldes adolescentes” ¿qué hicieron?.. pataletas y taparse los oídos y echarle la culpa al poder (a los medios que ahí sino le servían) y azuzar las divisiones con calumnias y falsas verdades como con las que recogieron las firmas para la revocatoria: la famosa “el metro no se va a hacer” y se terminó firmando para hacerlo o “que los subsidios se iban a acabar”  y se han mantenido o que “Transmilenio es de Peñalosa” y Petro no lo dice porque sabe que no tiene una sola prueba pues no es así.

Entonces se abría el espacio para las discusiones serias sobre las propuestas de campaña y las decisiones que se tenían que tomar y vino otra vez la “rebeldía adolescente” de tratar de tirano a un gobernante por subir el precio del pasaje de un bus. Se discutió la viabilidad de un Metro subterráneo más amigable con el paisaje y posiblemente con más sobrecostos y evidentemente más tiempo en su construcción versus uno elevado más rápido de hacer y más barato pero feo y los “rebeldes” dijeron que no se iba a hacer porque Peñalosa es vendedor de buses. Otra vez ante el riesgo de encontrar matices en la propia opinión o llegar a acuerdos los “adolescentes” gritaron, acusaron a los medios, vieron a Vargas Lleras como el Gran Hermano que todo lo controla. Sobre la discusión de una reserva que hoy no tiene árboles y que para que existiera, como sus ilusos diseñadores la soñaron, se tendrían que expropiar terrenos cuyo valor es incalculable no se escucharon las voces de los habitantes de Cota, Suba, Mazurén encerrados por el trancón ni se quiso escuchar el plan del alcalde que obliga a quien construya a hacer espacio público con zonas verdes, sino que de entrada se le llamó un crimen ambiental. Qué decir de los estudios del alcalde “tan necesarios” a la hora de gobernar como innecesarios según la constitución pero que para lo único que los utilizaron los “rebeldes adolescentes” fue para hacer insultos y memes groseros como aquel niño que discute con su amigo y si ve que este tiene medio razón se burla de como habla. El más inmaduro, irresponsable, y alucinante argumento que enarbolan los “rebeldes adolescentes” es que Transmilenio –el mismo sistema que ha venido acabando la peligrosa guerra del centavo y mejorado las condiciones laborales de miles de conductores de buses– es el peor sistema de trasporte en el mundo (obvio nadie en el mundo lleva ese ranking) y que lo único que lo mantiene en Bogotá es el afán del alcalde por vender unos buses. Y para semejante alucinación basta con una sencilla comparación ante la cual los “adolescentes” Petro, Morris, Robledo simplemente se hacen los locos: comparen la Caracas de ahora con la de antes y poco después con el adefesio de la troncal de Pastrana, comparen los tiempos de desplazamiento, las paupérrimas condiciones de trabajo de los conductores de esos buses sucios y a punta de desbaratarse, revisen las tasas de contaminación, miren el avalúo catastral de los predios al lado de la nueva troncal de la Caracas, valoren el tiempo y los beneficios de llevar funcionando Transmilenio ya quince años con los pocos años que llevaría funcionando una sola línea de Metro como muchos proponían que se hiciera… y sin fanatismo será fácil concluir que ha habido avances en la movilidad y la vida de los bogotanos gracias a Transmilenio, eso sí, no sin complicaciones y problemas que los gobiernos de izquierda en Bogotá han empeorado pero que como todo sistemas es susceptible de mejorarse mientras se le tenga cariño y no se le quiera bombardear sólo por tener la razón como hacen Petro y… todos los adolescentes más afanados en tener la razón que en aprender.