martes, 11 de octubre de 2016

Lo del triunfo del NO

Y sí, fue así, el 2 de octubre de 2016 triunfaron la ignorancia, el egoísmo, la indiferencia  y el afán de venganza sobre una solución racional del conflicto que ha venido desangrando a Colombia por más de cincuenta años. Lo confirma la cínica entrevista del jefe de campaña del NO Juan Carlos Vélez y el triunfo del SÍ en las regiones arrasadas por la violencia.
En sus declaraciones Juan Carlos Vélez confirma que la intención de la campaña por el No era que la gente no reflexionara sobre los beneficios y alcances del acuerdo pues “Unos estrategas de Panamá y Brasil nos dijeron que la estrategia  era dejar de explicar los acuerdos para centrar el mensaje en la indignación” y así conseguir que se impusiera el miedo y el afán de venganza: “Estábamos buscando que la gente saliera a votar verraca.” Más cínico aún cuando responde, tras preguntarle “¿Por qué tergiversaron mensajes para hacer campaña?”, que “fue lo mismo que hicieron los del Sí.” Sin sonrojarse no niega la campaña de manipulación  ni las mentiras que fueron la base de los que se oponían al acuerdo de paz. Porque igual “el No fue la campaña más barata y efectiva en mucho tiempo. Su costo-beneficio es muy alto.” La campaña seguro sí pero el costo político, económico y en víctimas del triunfo del No podría ser incalculable. Y quien más lo sabe son las víctimas que en masa salieron a apoyar el Sí en las zonas donde por años el conflicto que ha vivido el país se ha cobrado la vida de miles de colombianos de toda ideología y raza pero, sobre todo, de escasos recursos. Por eso hay una clara relación entre las regiones más pobres, rurales y atrasadas con el mayor número de víctimas del conflicto, y del mismo modo entre un número menor de víctimas con los centros urbanos con más recursos. Así pues la votación de ese 2 de octubre comprueba que quienes han vivido la guerra en carne propia, las verdaderas víctimas, fueron capaces de sopesar el acuerdo de paz y preferir su imperfección a continuar con un conflicto de cincuenta años. Con conocimiento de causa votaron por el sí para evitar que su desgracia se repitiera o que cayera en quien todavía no había sido víctima: votaron con grandeza.  
Mientras que los que votaron por el No lo hicieron “a la verraca”, guiados por mentiras, sin reflexionar y desestimando el posible recrudecimiento del conflicto pues igual −si nos guiamos por el escrutinio de las regiones de votación− no los había tocado la guerra ni lo vendría a hacer: votaron con indiferencia y afán de venganza. Indiferencia y venganza que el ex presidente Álvaro Uribe supo canalizar en una supuesta re-negociación para salvar al país de precisamente las mentiras con las que se nutrió la campaña del NO. Lo tristemente revelador son las propuestas para re-negociar el acuerdo del ex presidente Álvaro Uribe pues hábilmente no menciona ni una sola de dichas mentiras (el castrochavismo, la ideología de género, la entrega del país…) y abandona la preocupación por las víctimas al centrarse en proteger los derechos de los terratenientes.

        Lo peligroso para Colombia es el talante del ex presidente Uribe a la hora de “re-negociar” el acuerdo pues si nos basamos en las mentiras de antes y en sus intereses políticos, lo que vendría sería su habilidad ladina para hacer parecer como coherentes sus propuestas inviables y así echarla la culpa a las Farc y al gobierno por romper el acuerdo y luego, otra vez,  como en los últimos años en Colombia, que sea el odio a las Farc lo que domine a los colombianos a la hora de ir a las urnas en el 2018 y él sea, entonces, el que coseche esos réditos electorales.